domingo, 25 de marzo de 2012

Lácteos podridos con subidón.

Hot milk.

¿Y como evitar algún día caer en esta? No, no se puede evitar hablar de cine cutre y que no aparezca entre los cerros tamaño monstruo, cual entre dos montañas feroces sale un hombre dando voces.

Pues ya que estamos con ella vamos a contar algo de su llamémosle "argumento". Es la historia de Esther, una chica no muy lista, que tiene un novio gay, trabaja en turnos de cuatro horas ordeñando una sola vaca y que cuando se pone nerviosa, ni siquiera puede con esa simple vaquita. No es de extrañar que el jefe ande de una mala ostia con ella que se caga patas abajo.

El sueño de Esther es bailar y ha camelado al jefe en que se gaste la pasta en una coreografía para una convención lechera, con trajes y balón con ubres. Total que tras mucho rollo, Esther sale a deshora y en el aeropuerto le camela un cenutrio que recita cosas que parecen acadas de la "Biblia en verso" de Carulla (si esa de dice cosas como "Jesús se dirigio a Betulia, con un traje de tertulia") y me la embarcan dirección a Ibiza. 

Sobre las aguas iba 
 del Señor el espíritu eminente, 
así diciendo arriba: 
"Luz haya"; de repente,
dijo disciplente.
 Y fue hecha la luz,
 quedando sorprendente.

Luego la cosa ya va de tragar pastillitas, chumba chumba, discursos sobre pezones, colocones atrabiliarios, y mucho, pero mucho salto a ritmo bacaladero en discotecas variadas. Al final Esther se encuentra a si misma y deja su vaca y su novio con pluma y se queda con un repartidor con cara de velocidad. Fin.

Es tan mala, como pueden ser de putridas las neuronas que la han parido, y esas han sido las de Ricardito Bofill, eso lo explica todo. Tan descoyuntada historia, seguro que la invento mirándose el nabo y pensando "de aquí sale leche calentita, coño ya tengo guión y título para una peli". Y con Ricardito mirándose la verga y rodando con el culo (joder que dificil la posturita) discurre el evento. Pero solo así se explica unós dialogos y unas músicas que matan los tímpanos (especial mención a la musiquita de vida interior de Esther), una fotografía diseñada para provocar desprendimientos de retina o ataques epilépticos y todas las atrocidades que os podais imaginar. No falta ni una.





 ¡So cenutrio! ¡Usa el fotómetro!

Este es mi mundo interior. Ti tui titui...








Y esta preciosa selección de los maravillosos planos que discurren ante nuestra retina en esta peliculita para vuestro solaz. ¿A que son una pocholada? Hablando de pocholadas, solo falta Pocholo Martínez Bordiu, pero Pocho sale en la próxima.

Allá va la peli...

Para los masocas y otras tribus, esta lujosa versión en emule: Hot milk - Cutrefilms 692.

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