Érase una vez que se era un vejestorio pervertidote que, sin que nadie sepa bien como, consiguió ligar con una catorceañera de lo mas cándida e inocente de nombre Erendira.
El depravado carrozón ya se relamía.
Tras mucha conversación sugerente, el ancianete convence a la joven adolescente para que le acompañe hasta su picadero particular, que tenía cama con colchón de agua, espejo en el techo y música subyugante sonando incitadora.
En un arrebato de pasión el ya decrépito galán, abrazó a la niña y suavemente le dijo al oído: "Niña, te la voy a meter por donde nadie te la ha metido".
A lo cual la niña con un grito de terror contestó:
"¡¡¡¡No, por los ojos no!!!!"
Yul, es malo de doler (el chiste: roza la perversidad)
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