Año 1969, el mundo se agita con el rock and roll, la música hindú, la sicodelia y la moda hippy. Y en Inglaterra, The Beatles copan las listas de exitos un día si y otro también, la música de hecho se ha hecho con el primer lugar, como la mercancia mas exportable de la vieja Gran Bretaña (o pérfida Albión que decían la prensa del Tío Paco). Una moda sustituye a la anterior cada día. Y en medio de todo eso, la realeza británica temiendo quedarse petrificada en la vorágine de la modernidad, decide por primera vez organizar un macro concierto benéfico.
Pero los que si están petrificados son los asesores musicales reales, organizan un concierto con grandes ases de la música rockabilly, que hace mas de 10 años que no se comen un rosco. El lugar el estadio de Wembley, la fecha el 23 de julio de 1969, cuando el escasito verano inglés ya templa un poco el ambiente. Contrariamente a lo que pudiera suponerse, el estadio se llena hasta la bandera, en aquella época no estaban saturados aún de macroconciertos en Teruel y Villagorda del Álamo,
Ni que decir que los mejores artistas del género acuden como polillas a una farola, los contratos son buenos y llevan años languideciendo en tugurios con un público que no suele superar veinte personas y el gato. Y al aire de la celebración aparece un revival de la gomina, el cuero y las faldas entalladas. Las Harley Davidson rugen potentes por Trafalgar Square, y ese verano se considera el verano en el que los tupés y las chamarras de cuero volvieron a las calles, y el rockabilly renació para no volver a morir.
Pero volvamos al estadio, la reina Isabel II está en el palco, como siempre absolutamente fuera de lugar por pintas y actitud, pero está allí y se sienta con cara contemporadizadora, como de a aguantar el rollo que mis asesores me han enjarretado. El mítico estadio está lleno hasta la bandera, se apagan las luces y el público ruge como nunca antes, el grupo de Graham Fenton sale a escena y este se carcajea disimuladamente de las pintas que ve asomar del palco VIP y comienza el sincopado ritmo de el boggie de la lavadora. Aquello se convierte en la mayor sala de baile que los siglos han visto, mientras algún mayordomo de gran abolengo se desmaya al ver contonearse las nalgas de su Alteza Real.
Y he aquí lo que sonó en aquel irrepetible y mítico macro concierto, que vuelve a nosotros gracias a los archivos de museo del gran Josu y su música para gourmets.
En los hatos de su emula viaja para la descarga: Rockabilly 69 (2cds eac flac) - Musica para Guormets 028.
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